Ser un profesional que resulte atractivo para las empresas no es sólo tener conocimientos técnicos en su especialidad; es sobre todo poseer un conjunto de competencias transversales que permitan a la persona encajar dentro de la estrategia y del modelo productivo que la empresa determina.

En general, las empresas buscan que el profesional además de poseer los conocimientos técnicos necesarios para el desempeño de su trabajo, tenga las habilidades requeridas para gestionar personas y grupos de trabajo. Así pues, las habilidades directivas permiten al profesional:

  • Desarrollar su inteligencia emocional, tanto la intrapersonal como la interpersonal.
  • Gestionar el tiempo de la manera más eficiente.
  • Conducir reuniones de trabajo de forma eficaz.
  • Presentar en público cualquier tipo de mensaje causando impacto en sus receptores.
  • Saber negociar con los clientes y, en general, con cualquier tipo de persona o grupo, para aumentar la cohesión dentro de la empresa y su eficiencia como empresa de servicios.
  • Gestionar los recursos empresariales tanto financieros y materiales como humanos siguiendo la ética y deontología profesional.
  • Saber automotivarse y motivar a las personas que le rodean, ejerciendo el liderazgo dentro de un equipo de trabajo, si lo tiene encomendado.
  • Dirigir equipos de trabajo hacia unos resultados concretos, si los tiene encomendados.
  • Comunicar de manera eficaz las opiniones, sugerencias y propuestas en pro de la mejor marcha de la organización.
  • Crear e innovar para aumentar la capacidad competitiva de la empresa, a través de la gestión del conocimiento.
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